Luego de unas agitadas semanas para la poeta, narradora, editora e ingeniera informática penquista Ingrid Odgers Toloza, quien ha estado participando en actividades literarias mientras recupera su estado de salud, finalmente hemos podido traer al presente una jornada de encuentro y poesía. Con su acostumbrado corte de cabello recién retocado, se muestra, como siempre, abierta al diálogo tan amable como directo, conectada con sus vivencias y la intensidad de los sucesos de su vida.  

– Estimada Ingrid, nos alegra que ya te encuentres mejor de salud y que hayas podido lanzar tu reciente libro de poemas “Lengua insomne” hace unos días. Para empezar, ¿Cómo es que una ingeniera en informática decide dedicarse a la literatura?

– La poesía me llevó a su camino. Yo escribo desde los ocho o nueve años de edad. Escribía poemas y eran muy tristes. Mi mamá siempre se ponía a llorar y yo no entendía por qué. Era un alma solitaria y fui lectora desde chica, algo inherente a mi ser. Cuando finalizaba el cuarto año de la carrera de Ingeniería Comercial, mi hijo se enfermó y eso me afectó mucho. No me presenté a los certámenes, dejé la carrera y dediqué más de un año a cuidarlo. Cuando llegaron los computadores, trabajé y estudié Programación, luego Análisis de Sistemas para finalmente titularme en 1989. En la oficina solía escribir poemas y luego los borraba, especialmente en tiempos de espera que se dan mucho en la programación, donde estás traspasando información de un disco a otro, por ejemplo. Entonces mientras esperaba me instalaba en otro computador y me ponía a escribir. Cuando una prima falleció, dejé todo. Tenía una depresión enorme y una gran amiga me invitó a su oficina a conversar. Me dijo: “Oye pero tú siempre has escrito, ¿Por qué no retomas la escritura?, no puedes guardar tus talentos”. Ella me impulsó a buscar talleres de literatura. Comencé a leer literatura clásica y buenos libros, después ya no paré más.

 ¿Cuál es el motor de la literatura que escribes? ¿Qué es lo que te re-mueve a escribir?

– Al principio se me daba mucho la poesía erótica y sentimental, pero me di cuenta de que yo tenía que evolucionar, así que me propuse escribir un libro todos los años de manera de poder ver mi evolución, una autocrítica. Fui pasando así a la poesía social, luego a la existencial y ahora estoy con otro tema que desarrollo en un libro que aún no publico. Por ejemplo, “Juegos del vértigo” aborda la discriminación y los femenicidios, por eso tiene una portada tan espectacularmente negra. Con “Lengua insomne” abordo el encierro de la pandemia, todo lo que una va pensando, haciendo, los estados de ánimo.

– Entonces tu último trabajo es mucho más vivencial.   

– Así es, aunque el último libro que quiero publicar trata de un tema mucho más específico que por ahora no revelaré (risas).

De tu sangre cautiva y Lengua Insomne, novela y poemario de la escritora.

– ¿Qué has descubierto en tus últimas búsquedas escriturales?

– Que tengo mayor facilidad para escribir y mayor madurez por supuesto, ¡si ya voy a cumplir casi setenta años! (risas). Mi cumpleaños se junta con el día de la madre, así que ya ni lo celebro. Bueno, yo no sé si escribo bien o mal, pero quedo conforme.

– ¿Qué influencias has tenido?

– Uh es que he leído mucho. Me gusta mucho Virginia Wolf, en narrativa es excelente esa mujer. También Enrique Lihn. En mis principios, Federico García Lorca. Me gusta mucho Diamela Eltit, con todo lo compleja que es. Lina Meruane es muy buena también, es mi última adquisición, tengo todas sus obras. ¿Te has fijado que todas las mujeres que tienen éxito es porque se van de Chile?

– Lamentablemente eso pasa hace tiempo y no sólo en la literatura, sino en otras áreas artísticas también.

– Sí, como que el ámbito de acción para las mujeres es aún muy estrecho. Seguimos siendo parte de una sociedad patriarcal.

– ¿Con cuál de tus libros tienes un mayor apego?

– Me gusta mucho “De tu sangre cautiva”, es mi mejor novela.

– Dada tu sensibilidad al momento de escribir, ¿Cómo relacionas el dolor con la literatura?

– La vida es dura, pero a mí la literatura me recompone, me sana, me da vida. Es algo que no tiene precio. Hay pocas cosas que me hacen feliz y la literatura es una de ellas. Está por sobre toda mediocridad, te abre la mente, te permite relacionarte con mayor humanidad, te hace sentir plena.

Texto: Constanza Aracena Lobos.

constanza@thepenquist.com

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