Último libro del escritor chileno Hernán Rivera Letelier, me tincó apenas lo vi. Me encantó esa portada donde aparecen dibujados dos perros en el desierto y detrás se ve una usina. Yo me declaro absolutamente amante de los perros, por lo que imposible no sentirme atraída por este libro.
Sin temor a decir spoiler, los voy a decir por qué no podría solamente decir que el libro es lo más entretenido que hay. Consta de tres historias; de primera pensé que como de costumbre uno de aquellos relatos se llamaría como el título del libro, pero no, resulta que en los tres hay hombres que llegan a un pueblo, aunque en la segunda también hay una mujer y muy protagonista.
Ya les dije que es entretenidísimo, me lo leí de una, unos personajes absolutamente bien logrados, a los que uno recuerda durante el día. Llenos de historias simpáticas, de miedo a veces, pero lindas, con encanto de cada uno de los personajes.
El libro lo empecé a leer antes de que le dieran el Premio Nacional de Literatura y le pedí a la editorial más ejemplares porque lo encontré genial. Que maravilla que le otorgaran el premio, se lo merece con creces. Escribe de manera amena, liviana, divertida, si bien sus libros están desarrollados en el Norte chileno, no se podría decir que es aburrido, que escribe siempre de lo mismo, nada que ver. Es lejos de los autores más destacados y que vende mucho. Además de que como uno lo recomienda en la librería, es obvio que la o el cliente se lo va a querer llevar para leerlo.
En cuanto a las historias, la primera trata de un violinista y de su encuentro con un hombre mayor en un caserío del Norte donde antes hubo una oficina. Ambos son fanáticos de Paganini, el violinista italiano, del que se dice que vendió su alma al diablo con tal de ser un virtuoso del violín. El relato va desde que ingenuamente llega Tristán al lugar acompañado de su violín, sigue con el conocimiento de estos dos hombres y cómo día a día se va revelando la verdadera y misteriosa historia del hombre mayor. Muy entretenido, me encantó.
La segunda es sobre dos hombres y una mujer que llegan a otro caserío del Norte. Igual tiene de todo, personajes de antaño, donde se recuerda el tiempo donde las personas desarrollaban su capacidad de ganar dinero de manera “a la antigua”, cantando, ofreciendo ungüentos milagrosos y obviamente teniendo un “palo blanco” entre el público. La cantante es espectacular, Eva La Scala, se roba la película, debió haberse llamado esta historia: una mujer y dos hombres llegan a un pueblo.
La tercera historia igual buenísima, llena de personajes, muchos. Y todos tienen una participación importante dentro del relato. Se trata de un fotógrafo de esos antiguos, de los que acarrean una caja para revelar las fotos. Llega al pueblo y todos lo encuentran idéntico a Pedro Infante, un actor y cantante mexicano. Yo no tenía idea de esta persona aunque como que recuerdo haberlo escuchado en boca de mi abuelita cuando era chica, aunque el nombre que más escuchaba era el de Jorge Negrete. Bueno, el tema es que cuando llega el fotógrafo al pueblo el cantante ya estaba fallecido y rodeado de dudas porque se decía que en realidad no había muerto, lo que hace más atractiva la situación de si es o no es él en realidad.
Se los recomiendo, para un fin de semana relajado y donde se van a maravillar de los personajes. No lo dejen de leer.

                                

Texto: Paulina Jiménez Vega
Encargada de local
Librería Estudio

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