La presente interlocución se registró en la ciudad de Concepción, a través de una videollamada, en un día gris a la espera de la lluvia, tomando un café al lado de la estufa. Para empezar, le pido a nuestra entrevistada que se presente.

Soy María Isabel Lopéz, soy doctora en Desarrollo Urbano, arquitecta de profesión, pero mis líneas de investigación han sido el desarrollo urbano dentro del cual desarrollo todo lo que es patrimonio urbano, entendido de una manera amplia, y particularmente en cuanto a la relación que tiene este patrimonio con las comunidades; puede ser patrimonio construido, el patrimonio urbano o el patrimonio natura. Lo que me interesa fundamentalmente es cómo este patrimonio forma parte de las personas, cómo las personas lo valoran, o sienten la necesidad de cuidarlo y protegerlo, es esa interacción entre ese legado que tiene una expresión física en el territorio más los actores lo que más me motiva en términos de investigación, en término de proyectos.

Cuéntame un poco de tu trabajo y en qué estás actualmente, cuáles son tus intereses.

Trabajo hace ya 25 años en la Universidad del Bío Bío, siempre en la Facultad de Arquitectura, Construcción y Diseño, en el departamento de planificación precisamente porque esa es mi línea y yo diría que en diversos ámbitos que tienen que ver con la docencia, la investigación, pero también en gestión me interesa y me ha interesado asumir distintas labores de gestión como por ejemplo la dirección de escuela, en su momento la de Arquitectura y también la creación de un magister en patrimonio arquitectónico y urbano que junto a un equipo creamos e implementamos; luego logramos acreditar en la línea de patrimonio arquitectónico y urbano y también en otras instancias que van más allá de la parte estrictamente docente o de investigación que es por ejemplo la participación en instancias colegiadas de decisiones de la universidad como fue el consejo académico algunos años, donde también postulé y participé, lo que me permitió tener una visión más amplia de la universidad y también la asociación de académicos, donde también participé algunos años, lo que me permitió tener esta visión como más gremial en cuanto a la universidad.

También formo parte de un Centro de Estudios Territoriales Interdisciplinarios (CETI), también tiene un ámbito de acción bien interesante; es un centro que se instaló hace poco en la Universidad del Bío Bío y en el que hay todo tipo de investigadores; hay desde ingenieros, trabajadores sociales, arquitectos. Hay una variedad de disciplinas, yo creo que ahí también hay una posible plataforma para llevar adelante lo que te decía, que este trabajo interdisciplinario tenga un rol en las problemáticos país. Es uno de los centros que existen en la universidad porque hay más, pero claro este tiene ese enfoque interdisciplinario en el territorio.

Y, bueno, ahora estoy postulando al cargo de rectora de la Universidad del Bío Bío que me parece algo muy desafiante, sería la primera vez que hay una rectora mujer en 75 años de historia de esta casa de estudios; también hay muchas oportunidades que se abren hoy día para las universidades estatales. Creemos que en marco de esta nueva Ley de Universidades Estatales que por primera vez define un rol y un mandato mucho más claro en términos de contribuir al desarrollo sustentable, una mayor democracia, de una mayor igualdad, mayor equidad, es decir, de una serie de valores que en el fondo las universidades estatales estamos llamadas ya por mandato a colaborar en el estado del logro de estos objetivos.

Desde esta perspectiva que tienes por tu trabajo en varias instancias académicas, ¿Qué destacarías tú de lo que es la academia acá en Chile? ¿Cómo sientes tú que se destaca la academia bajo estas líneas de investigación?

Bueno, yo creo que la academia, sobre todo en la Universidad del Bío Bío, sin duda que tiene y ha hecho un aporte importante en la investigación. Sin embargo, creo que nos falta todavía y eso es lo que proponemos en nuestra propuesta de gobierno, avanzar más, fortalecer más, sobre todo en dos cosas; por una parte, desde la academia, el impacto concreto que tiene la investigación en la vida de las personas; creo que si bien hay una investigación que es relevante -muchas veces- pasa que desde las universidades se apunta mucho a indicadores como el número de papers que se escriben y ojalá en revistas con un alto índice de impacto, pero de un impacto en la comunidad científica, y eso es importante, pero no tanto en los territorios en sí, no baja, no se conecta realmente con lo territorios, las comunidades, y no se hace en ese sentido un cambio real en los territorios, creemos que ahí hay que fortalecer eso, sin dejar de lado, por supuesto, una investigación de calidad que sea publicada y que sea conocida en revistas reconocidas y valoradas por pares. Que también tenga esta llegada a los territorios y que en el fondo los saque de esta mirada que a veces simplifica la academia, que somos una actividad por así decirlo extractivista en cierto sentido porque vamos a los territorios, recogemos información, pero luego usamos esa información para el paper, pero esa información no vuelve al territorio para generar cambios positivos, entonces yo creo que ahí hay que avanzar en eso, en esa vinculación y en el impacto social que tenga la investigación para mejorar la vida de las personas  porque ese al final es el sentido que tiene, mejorar la vida de las personas, hacer más sustentables los procesos y proteger el medio ambiente, etc.  

También creo que la investigación tiene que avanzar más en términos de hacerse mucho más interdisciplinaria, hemos tenido también una tradición entre esta investigación como encapsulada en ámbitos disciplinares que, por supuesto, tiene sus virtudes en que uno puede avanzar en la disciplina, pero creemos que sobre todo en problemas país, como en la crisis hídrica, en temas de riesgos, el tema de la paz social, la desigualdad, la pobreza.

Hay muchos temas que en realidad requieren una mirada interdisciplinaria y también ahí hay que fortalecer más interacción entre, por ejemplo, investigadores que están en distintas facultades y que no conversan necesariamente entre sí. O sea, por ejemplo, personas que trabajan en Ciencias Sociales, que hacen trabajos muy interesantes en lo cualitativo. Sería muy beneficioso que interactúen en proyectos con profesionales de las ciencias básicas, ingenierías o de otras ciencias cuantitativas para abordar de manera mucho más holística, más integral, estos problemas país.

Eso que tú mencionas pueden ser debilidades dentro de la academia. De hecho, se sabe que muchos de los territorios llegado cierto punto ya no quieren que les vayan hacer más encuestas, más levantamiento de información, porque dicen «oye nos tiene acá literalmente como ratones de laboratorio, nos viven sacando información y después no pasa nada, no tenemos ideas de los resultados«.

Se saturan, y bueno, lo que pasa ahí también quizás tiene que ver con un marco, digamos, a nivel nacional, que ha privilegiado hasta el momento en la universidades estos indicadores, como número de papers, pero no ha complementado este indicador con indicadores que midan este impacto social de las investigaciones, ahí deberían estar ambas cosas, o sea, ya se entregó un Fondecyt, x número de papers, pero ya en términos del impacto en las comunidades, ¿Qué mejoró?, ¿mejoró algún proceso?, ¿hay algún modelo que se pueda aplicar esto, para mejorar?

Lo que quieres decir es que al final el investigador no quiere solamente hacer la investigación para sí, o sea, quiere hacer la investigación para que se dé cuenta de cuál es el problema, cuál es el conflicto, cuáles son posibles resultados de esto, las soluciones o cómo puede ser abordado, pero la idea de eso es que esto pase la burbuja académica, y llegue a quienes toman las decisiones…

Tal cual, entonces esa otra parte debiese también incorporarse cuando se mide el éxito de un proyecto de investigación; ¿Cómo se miden los resultados? En los productos. Si le dieran más valor a un indicador de impacto social, las universidades deberían valorarlo. También por eso nosotros hablamos de las universidades en nuestro programa, incluso en los mecanismos de jerarquización, que es lo que hace en cierto modo; ir subiendo en tu carrera como académico debiese incorporar además de la producción de los papers, también otros indicadores que hablen de cuánto ese académico se interesa realmente por la vinculación bidireccional con el medio. Por ejemplo, porque actualmente la verdad no le sirve de mucho al académico, dicho así muy coloquialmente en términos de subir en grados académicos hacer más o menos vinculación con el medio, por el contrario, el tema de los papers sí le sirve, entonces ahí está la conducción, creemos, desde la rectoría, como para ir equilibrando que hay distintas funciones que se deben cumplir para asegurar que la investigación no se quede finalmente en simplemente una cosa numérica, el número de artículos, sino que también tenga un impacto real en la calidad de vida de las personas.

Imagino que hay otras acciones que permiten romper esta burbuja, como aterrizar instancias académicas de las universidades a las comunidades.

Claro. De hecho, hay experiencias en que sí hay acciones que se hacen, pero el tema es que eso se tiene que fortalecer mucho más, tiene que ser una práctica, por así decir, facilitada, impulsada y conducida desde la institucionalidad, para que no sea como que un profesor tuvo la motivación para hacerlo y otros simplemente no, y el profesor o profesora que lo hace, en cierta manera, por pura vocación, pero tampoco le es reconocido ese aporte.

Y en relación a estas debilidades que fueron apareciendo en lo que comentado, ¿Qué obstáculos crees tú que habría que superar para mejorar la investigación en Chile?

Bueno hay un tema de recursos, sin duda. Siempre se ha dicho y es algo evidente de que el porcentaje de recursos que entrega el Estado a investigación es insuficiente, muy insuficiente si se compara con el porcentaje de PIB que se entrega a investigación en otros países a los que a nosotros nos gusta compararnos mucho, que son los de la OCDE. Entonces hay que crecer y yo creo que este gobierno ha tenido la intención de crecer en el aporte de investigación. Hay buenas oportunidades como para ir creciendo, yo creo que el desafío de las universidades estatales, sobre todo, es que orientemos y aprovechemos estas oportunidades en la investigación también a través de las políticas de los gobiernos universitarios que se implementen para que esa investigación sea preferentemente, como te decía, en los problemas de la regiones en las que estamos insertos. En este caso, en la Región del Biobío y la Región del Ñuble, y los problemas país. En el fondo, que la investigación no sea lo que a cada uno se le ocurrió, sino que sean problemas concretos de desarrollo.

En relación a tus líneas de investigación tanto académica como de proyectos, ¿En qué estás trabajando actualmente?

Ahora estoy trabajando en varios proyectos de patrimonio desde un sentido amplio, ya que tengo por una  parte el «Patrimonio Inmaterial del Cochayuyo», en el cual estamos trabajando con el Servicio Nacional del Patrimonio. La idea es poner en valor ‘la ruta de recolectores del cochayuyo’ que principalmente son recolectores artesanales mapuches lafkenches que desarrollan la cosecha del cochayuyo y que hacen toda una ruta desde la costa en Tirúa hacia Temuco. Hay todo un recorrido ahí que es necesario ponerlo en valor. Aparte acabamos de entregar la «Ruta Patrimonial de Humedales Urbanos», que también intenta poner en valor los distintos humedales que existen en el Área Metropolitana de Concepción y hacia el sur en la provincia de Arauco, donde está Arauco-Carampangue y Tubul-Raqui. Entonces ahí proponemos una ruta patrimonial además de una propuesta de señalética y diseño de estas señaléticas.

En el fondo trata de avanzar en que las personas aprecien estos espacios y de alguna manera esa mayor conciencia contribuya a la protección de estos a través de proyectos y, bueno, desde antes vemos que los humedales están super amenazados, se han perdido varias superficies y que tienen una importancia increíble sobre todo en el tema de mitigar el cambio climático.

Y el último proyecto ya más en la línea de patrimonio arquitectónico urbano, propiamente tal, que es el proyecto Fondecyt en el que estamos trabajando que apunta a analizar esta interacción que te comentaba del patrimonio urbano hecho y construido, y las comunidades, distintas comunidades, y cómo el trabajo en redes de estas comunidades afecta la factibilidad, por así decir, de este patrimonio, se preserve versus la amenaza que sean reemplazados por nuevos desarrollos inmobiliarios que a veces no tienen mucho que ver con la identidad del lugar.

Nosotros estamos analizando el caso de Bellavista de Tomé y el rol que ha tenido el municipio, en el fondo un tanto ambivalente evaluamos en el proyecto, es decir, que a pesar de un discurso a favor de la preservación del patrimonio, no ha conseguido realmente erigirse como un actor que actúe en ese sentido. Con una serie de políticas ambivalentes que van en el sentido de la preservación y otras que van en el sentido del desarrollo inmobiliario en desmedro de la protección del patrimonio. No hay coherencia entre los distintos instrumentos.

Esos son los 3 proyectos que estamos trabajando ahora.

¿Qué proyecciones tienes a futuro?

Bueno, depende de los resultados de la elección principalmente, porque si nos va bien y ganamos la elección (que se realizó paralelo a la edición de esta entrevista), sería enfocarse plenamente en el proyecto de la Universidad del Bío Bío, la instalación en la rectoría e impulsar todas las medidas que tenemos en el programa, muchas con estos tres ejes: de universidades más innovadoras, más equitativas y más sustentables. Y a través de estas dos formas de trabajo, por un lado, la bonanza colaborativa, y por otro, el foco de la pertinencia territorial.

Hay mucho trabajo ahí así que si nos va bien, yo creo que va a ser casi en lo único que voy a tener que concentrarme como proyecto. Por el momento ese es mi norte, dependiendo lo que pase te podría decir otra cosa. En caso de haber segunda vuelta, que ninguno de los candidatos obtenga una mayoría, entonces habría una segunda vuelta que puede pasar, entonces ahí se haría la próxima semana, probablemente.

¿Deseas destacar algo más en esta entrevista?

Si tuviera que destacar algo sería la candidatura; este último tiempo hemos estado trabajando mes a mes, intensamente, en esta candidatura. Destacaría que en realidad me parece que el trabajo, la conducción o instalación de una rectoría en una universidad estatal tiene hoy día eso: una oportunidad histórica de dar un salto cualitativo para contribuir en el desarrollo sustentable de los territorios. Por qué lo digo, porque en el fondo antes no existían condiciones que vemos favorables para este salto; por una parte la Ley de Universidades Estatales es reciente porque es del 2018, y es el instrumento que por primera vez desde hace décadas establece un marco legal claro, en cuanto al mandato que tienen las universidades estatales en para contribuir a estos objetivos; y aparte, la existencia de los gobernadores regionales en cada uno de los territorios que tiene una vinculación mucho más estrecha con los territorios y las universidades estatales que están dentro de éste.

Creemos que esos dos factores, sumado a este gobierno que también ha tenido un discurso bastante favorable para un trato distinto con respecto a las universidades estatales, son una oportunidad realmente histórica y lo que necesitamos abordar son ciertos desafíos internos que nos permitan con este nuevo escenario relevar el rol de la acción publica de las universidades estatales y contribuir a este desarrollo más sustentable.

Creo que también pensar que en el marco de la nueva Constitución, que si bien hay incertidumbre en el caso de que se apruebe, vemos también muy favorable lo que propone en términos de un financiamiento que ya pase del paradigma de financiar la demanda por educación a financiar la oferta en educación, y claramente, con una responsabilidad del Estado en el financiamiento basal de las instituciones estatales que hoy día es extremadamente bajo. Y la idea es que vaya subiendo con el objetivo de fortalecer un desarrollo en las universidades y sus planes estratégicos (…). Las nuevas rectorías tienen que resolver esos problemas internos; nosotros hemos identificado desafíos acá en la universidad, como por ejemplo, mejorar la eficiencia de la gestión en términos de mejorar nuestro modelo educativo, actualizarlo porque tenemos un modelo que es del año 2008, que hay que actualizarlo, revisarlo; tenemos también desafíos en términos de fortalecer lo que te decía, la investigación sobre todo interdisciplinaria, aplicada; generar nuevos centros de estudios y  la presencia de la universidad en el medio a través de una vinculación bidireccional y eso es lo que tenemos que hacer, y en esto estamos, y es lo que más me gustaría destacar que es como una misión que nos tiene bastante comprometidos en este momento.

Texto: Ivonne Rueda

Fotografía: Fabián Rodríguez

ivonne@thepenquist.com

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