El nombre del restorán “Al son de las tradiciones” no es ajeno para una gran cantidad de penquistas -entiéndase habitantes de toda el área metropolitana que rodea a Concepción-, muchos de los cuales ya habían tenido la suerte de visitar el lugar, ubicado en la ruta 160, muy cerca del límite entre San Pedro de la Paz y Coronel, hasta antes del 15 de diciembre de 2022, fecha en que un incendio consumió gran parte del techo del recinto. 

Al momento de esta entrevista, ha transcurrido un mes desde el evento y -repuestas las fuerzas-, el equipo apronta sus energías para la reinauguración en los próximos meses. La fundadora del proyecto (culinario, cultural, sustentable, eco-amigable, mágico, familiar, chileno, tradicional, artístico, rupturista y varios otros adjetivos que aún así se quedan cortos para describirlo, etc.), Eugenia Muñoz Vega se describe a sí misma como una creadora, no obstante posee estudios en gastronomía y una herencia familiar desde donde brota el amor por los restaurantes, específicamente de estilo tradicional, donde se sirve comida típica chilena, casera. 

Eugenia nos cuenta que “Al son de las tradiciones” nace como parte de uno de sus sueños de niña, de tener un restaurante donde se escuchara música chilena, que se mantuvieran las tradiciones del campo y se reuniera la familia en pleno, de capitán a paje. 

– ¿Qué otra característica debía tener este lugar soñado?

–  Que no fuera de alto valor, entiéndase, caro. Porque cuando nosotros éramos niños, no había espacios. Y los que había eran caros. Entonces, yo quería tener un restaurant que fuera bueno, bonito y barato. 

– ¿Y ha logrado cumplir este sueño?

– Sí, se ha logrado. En estos 10 años de construcción y 8 años de atender público. 

– Su visión respecto a estos temas es un compromiso que -siento- las nuevas generaciones no traen por defecto, respecto al patriotismo. ¿Siente usted que es necesario motivar a no perder esos valores?

– Desde que abrimos el restaurant yo quise que aquí se bailara mucha cueca. Peñas cuequeras que era a las que yo iba. Pero en la medida que fuimos conociendo el público al que nosotros habíamos llegado, descubrimos que era la familia. Y los chilenos son muy vergonzosos. Nos poníamos a cantar y bailar, pero nadie bailaba una cueca. La gente aplaudiendo, la pista vacía y nadie bailando. Yo nunca quise poner mesas en la pista de mosaico (que el lector debe conocer por sí mismo, visitando el local) para que la gente baile. Otro comerciante en su negocio habría aprovechado para atender más público y ocupar todo el espacio. Pero yo no. Yo quería que la gente bailara. No obstante, los jóvenes hoy en día con la cueca chora, con la cueca urbana y gracias a lugares como La Bodeguita de Nicanor, se han integrado a estos valores, pero a través de la cueca urbana. Pero lo mío es más tradicional. Es como más de la zona central y del campo. Entonces me ha costado. Pero la gente sí se da cuenta de los días en que hay folklore y lo hemos estado integrando entre medio de cumbias y las rancheras -digámoslo, en el campo se escucha mucha ranchera-.

– En las zonas rurales se ven muchos matices, sobre todo aportados por la gran cantidad de inmigrantes extranjeros de todas las nacionalidades. Gracias a este roce de diversidad nacen también nuevos sonidos, nuevas influencias. Hace unos años se comenzó a hablar del “nuevo Chile” donde se identifica plenamente a extranjeros adaptando la cueca y el folklore chileno como parte de su cultura. Algo hermoso, si lo pensamos. ¿Cómo ves esta integración cultural desde tu punto de vista? ¿Recibes afluencia de extranjeros amantes de la cueca o sientes que es algo que aún está en desarrollo?

– Siento que nosotros los chilenos no valoramos nuestra cultura. Nos da vergüenza. He tenido la oportunidad de visitar otros lugares donde disfrutan más de “eso”. Disfrutan más de su folklore tradicional, en cambio nosotros nos ponemos la vestimenta de huaso para el 18 de septiembre. Si vas a Perú, ves sus tradiciones. Si vas a Argentina, jóvenes y adultos, la mayoría baila tangos. En la plaza San Telmo se baila todos los domingos. ¿Y nosotros? ¿Tres días en el año? Por eso nosotros intentamos que aquí se baile cueca todos los domingos. Hasta nuestros garzones bailan cueca. Y eso a los extranjeros que han venido les ha encantado. Hemos integrado en este espacio a los clientes que vienen de otros países, que hemos tenido la visita. Pero eso a otros chilenos nos ha costado, integrarles a nuestra identidad. Nuestro folklore. Si puedo hacer un llamado es a integrarnos, tenemos que volver a lo nuestro. Y no avergonzarnos. Yo me pregunto por qué nos avergonzamos tanto. En este lugar hemos intentado junto al equipo integrar eso y es por eso que el parrillero, el barman, el garzón, el animador y yo… bailamos casi todos cueca.

– Y el dueño del local no está en su oficina, está aquí bailando cueca con el cliente…

– Exactamente, bailando y compartiendo con el equipo. 

– Eugenia, el evento que nos trae a esta entrevista es el incendio que sufrió el local, hace un mes. Independiente de la gravedad del asunto, es un tremendo desafío para alguien que lleva adelante un proyecto como este. Más todavía si este proyecto es, además, uno de tus sueños en la vida. Sin embargo, además de ser un golpe, estos eventos son oportunidades para crecer, para repensar las cosas. Luego de este punto de inflexión, ¿habrá cambios en el local (cosas que no se hayan integrado, cosas postergadas, cosas creativas)? ¿Cuál es el camino que eligieron caminar luego de este suceso?

– Bueno, debo reconocer que me tuve que dar un tiempo de silencio. Yo soy una persona de fe. De mucha fe. Y que en un momento me paré y agradecí al equipo. Porque si hay algo que debo hacer es agradecer al equipo porque nos ayudó mucho, hasta el día de hoy que estamos trabajando juntos. Y llegó este momento en que dije “Padre, ¿qué me estás mostrando con esto?”. Debo ser sencilla y honesta. Por supuesto que me cuestioné ¿qué hacemos? ¿Qué hago? ¿Avanzo, me detengo? Porque hay episodios en la vida que a veces te muestran cosas y tienes que replantearte y te preguntas: ¿esto es para mí? ¿Continúo? Y también ves y valoras a la gente, es decir, cómo te acompañó. Yo tengo que dar mil gracias porque toda nuestra clientela, amigos, todo el mundo se preocupó de nosotros. Aquí llegaron personas a ofrecer y ofrecer. Eso me llenó el alma porque ahí pensé en esa semilla que he sembrado. Ahí estaba la cosecha. 

Hubo clientes que me ofrecieron su 10% que tenían guardado. Y yo debo agradecer a la Señora Luisa y el señor Gastón -ellos sabrán quiénes son-. Porque en ese momento que te digan “Kenita, si necesita algo de nosotros aquí estamos”. Y así fue mucha gente. Y esto más que un proyecto es un sueño hecho realidad que se cumplió gracias a Dios. Porque tuve el tiempo de buscar y esperar que se diera este espacio. Y se dio el espacio y las personas. Es por eso que decidí darme mi tiempo a mí y a los chicos. 

Fue en ese momento en que uno está solo y se puede hacer las preguntas que comenzó a fluir todo el nuevo diseño en mi mente. Puedo decir que pretendemos volver con todo el corazón, con todo el amor. Vamos a reconstruirlo de la misma forma que lo construimos antes, con todo el amor, la mente y las ganas. Así como aquí quedaron en pie los pilares, así estamos nosotros, firmes. Seguimos persiguiendo el objetivo de reunir la familia, mantener las 3 R, enseñar, educar, cuidar la familia. Queremos crear espacios nuevos. Mejorar quizás pequeñas cosas, pero lo demás queremos dejarlo todo para nuestro retorno. Estoy creando nuevas cosas y con el equipo lo estamos haciendo juntos. Y estamos retroalimentando con ellos.

Hay que aceptar que es algo fuerte. Este sitio donde estamos no es nuestro y te preguntas, “si no es mío ¿cómo avanzo?”. Pero cuando haces las cosas bien y confías, no hay miedo. Y te das cuenta quién está realmente contigo, la gente que te quiere y te valora, la cosecha de lo que sembraste. 

– En la perspectiva de empresario, ¿cuál fue el gran aprendizaje -en términos técnicos- detrás de este evento?

– Mira, nosotros dos semanas antes del incendio hicimos una capacitación sobre incendios. Entonces yo venía con una preparación. Nos sirvió mucho. Y nosotros acá tenemos seis chicos que trabajan y son bomberos. Y dentro de ellos mismos, de la compañía de Lomas Coloradas nos hicieron una capacitación, donde nos enseñaron. Eso nos sirvió mucho para poder reaccionar. Y el equipo reaccionó. 

– Estaba fresco el conocimiento…

– Así es. Pero sí hay que revisar e inspeccionar más. Esos detalles que tú dices “sí, hay que hacerlo”. A veces puedes tener todas las mejoras, pero siempre hay algo que puede suceder. Y siempre por donde uno no lo espera. Porque en este caso, no fue ni en la parrilla ni en la cocina. No sabemos si fue un trabajo que no se fiscalizó o simplemente el cable, pero fue. Y hay que avanzar. 

– Si usted pudiera darle un consejo a una persona como usted, que tiene su proyecto y tiene un sueño y que le sucedió algo similar. ¿Qué le diría? 

– Primer consejo: no endeudarse. 

– Buen consejo. 

– Si eres una persona que no se endeuda y eres ordenado, vas a poder salir de cualquier eventualidad que te imponga algún gasto. Hay empresarios que se desordenan y es ahí donde queda la embarrada. Hay que ser disciplinado. Pero por sobre todo, mantener la fe. Si uno no tiene la fe, se va a parar. Pero si dices “¡¿Qué voy a hacer?!” y te desesperas, vas a caer en los vicios y en muchas debilidades que tenemos los seres humanos. Es en estos momentos en que uno tiene que fortalecerse de la fe. Y de las personas que están ahí, tu familia, tus amigos, tus clientes que te quieren. Aquí son varias las familias, yo trabajo con casi 60 personas. Por eso debes ser cauteloso. No porque te vaya bien debes volverte loco o endeudarte. En caso de un evento así, puedes echar manos a los huevitos, a las canastitas que están por ahí. Pero para mí ha sido Dios quien me ha sostenido. 

– ¿Algo que desees comunicar a los lectores?

– Voy a darle a los tiempos su tiempo. Es decir, no voy a apurarme. Esto se tendrá que hacer como se tenga que hacer. Pero tenemos sí un próximo evento que será un almuerzo campestre familiar; yo sueño con ver esa larga mesa “Té Club”, llena de familias, en el patio, con música en vivo, con juegos, recorridos en el espacio, mostrando nuestras huertas y con todo abierto acá. Por eso quiero hacer la invitación para reunirnos como familia, como era antes. Con tu hermano al lado, porque no sea tu hermano es tu hermano. En esto tenemos nuestra atención porque aprendí a vivir el día a día, disfrutar los momentos, en modo presente. Nosotros hicimos un Parque Navideño, lo pudimos tener una semana, y cuando fue la Navidad me preguntaba ¿cómo fue que construimos esto y no lo disfrutamos? Uno debe preocuparse por disfrutar el camino, no solo el resultado. Disfruten el presente y el proceso, sin tener tanta expectativa del futuro. Por eso, nuestra invitación es a este próximo evento los días 28 y 29 de enero (más información en www.instagram.com/alsondelastradicionescl/ ). Vamos pasito a pasito. 

– Piano, piano. 

– Exactamente. 

Texto y Fotografía: Fabián Rodríguez R. 

frodriguez@thepenquist.com

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